Desde que China comenzó su transición, para convertirse de una economía planificada a una economía mixta, con un entorno de mercado cada vez más abierto en 1982, los cambios han sido constantes. Y es que China, ha mantenido estrategias y políticas adaptables. Aún ahora, después de probar un modelo económico exitoso durante treinta años, se plantea la posibilidad de modificarlo.
China sabía que no bastaba con trasladar los modelos del institucionalismo económico de otros países, sin adaptarlos previamente a sus problemas y necesidades económicas específicas. Y es que mantener un crecimiento sostenible, requiere de cambios constantes.
Actualmente, las personas que han emigrado a las áreas urbanizadas o costeras, mantienen un envío de remesas a sus familiares, sin mencionar que sus campesinos cuentan con mejores semillas para sus cultivos y tienen aseguradas sus cosechas. Favoreciendo el crecimiento integral de sus habitantes.
China también está consciente de que en el futuro muchas personas se trasladarán a las ciudades, esto implicaría mantener una inversión constante para hacer las ciudades más habitables en cuestión de transportación y vivienda. Esta puede ser una de las razones por las que este país trata de fijar su crecimiento en el desarrollo del mercado interior, dejando de lado la estrategia de crecimiento basada en las exportaciones.
Irónicamente, China está tratando de fomentar el consumo en su país, mientras los demás países están tratando de hacer lo contrario. Para lograrlo, China trabaja en mejorar sus programas de educación, salud y de jubilación, así las personas no se concentrarían en ahorrar. Esta es una forma interesante de pensar, ya que al otorgarle a sus habitantes un mayor poder adquisitivo, se aseguran de impulsar su economía interna.
