Actualmente existen muchas opciones en el mercado que ofrecen un plan de pensiones. Muchas de ellas ofrecen distintos atractivos, que lejos de explicar cuál será la estrategia de inversión, la rentabilidad que ofrecen y las comisiones que podrán obtenerse, solamente logran confundirnos más.
Cuando se exige un plan de pensiones, se debe tener en cuenta que si no hay rentabilidad, todo lo demás no existe. Al ser un producto de inversión a largo plazo, es importante que el banco ofrezca un historial de rendimientos estables.
Muchos planes de inversión ofrecen rendimientos por encima del promedio, mientras que otros siempre han mantenido el rendimiento por debajo del promedio; ante este escenario, la respuesta está en buscar una buena rentabilidad cada año. Buscando los planes que le permitan a uno hacer una gestión activa de su patrimonio.
Ya que los planes de pensión no son la misma cosa que un fondo de inversión, debería existir una normativa que garantice a los partícipes que invierten en ellos que no perderán capital. Sin embargo, el mercado actual tiene una premisa principal, en la que a mayor riesgo, existe un mayor potencial de revalorización (que es el efecto originado por la pérdida de poder adquisitivo de la moneda a causa de la inflación). Lo que deja en manos del partícipe del plan de pensiones, la decisión de tomar o no ese riesgo, para evitar las pérdidas.
Una solución para esto, sería mantener una relación franca entre el banco y su cliente, así cada persona que invierta en estos fondos de pensiones, tendría la información suficiente para determinar si quiere o no asumir ciertos riesgos. Y tomando como factor principal, que no es lo mismo recuperarse de una pérdida en su inversión a los treinta y cinco años, que a los cincuenta.
