Existen dos tipos de anorexia; por un lado se encuentra la anorexia restrictiva, en ella la pérdida de peso se consigue mediante la restricción de calorías, siguiendo dietas drásticas, ayunando o realizando un exceso de ejercicio, etc. Por otro lado, en la anorexia purgativa, la pérdida de peso se alcanza a través del vómito y el uso de laxantes o diuréticos.
La anorexia se manifiesta en las personas cuando estas comienzan a sentir que tienen sobrepeso a pesar de que la gente les diga que no es así. Las personas también suelen mentir acerca de cuánto comen, o esconden sus hábitos alimenticios de los demás. Les aterroriza subir de peso y tienden a tomar dietas, hacer ejercicio o a buscar una manera de ‘purgarse’ compulsivamente, especialmente cuando se sienten abrumadas o mal con ellas mismas. Otra característica consiste en basar su autoestima en el peso o el tamaño de su cuerpo.
Aunque resulte difícil de creer, la anorexia no gira alrededor de la comida y el peso de una persona; al menos no esencialmente. Los trastornos alimenticios son mucho más complicados que eso. Las cuestiones relacionadas con los alimentos y el peso, son síntomas de algo más profundo: las cosas como la depresión, la soledad, la inseguridad, la presión por ser perfecto o el sentirse fuera de control, son cosas que ninguna dieta o pérdida de peso pueden curar.
Cuando alguien vive con anorexia, significa que constantemente está escondiendo sus hábitos alimenticios. Esto hace que sea difícil para la familia y los amigos detectar las señales de advertencia. Y en la mayoría de los casos, la persona confronta a los demás tratando de explicar su alimentación desordenada, con la esperanza de desviar las preocupaciones que ellos tienen. Pero a medida que avanza la anorexia, las personas cercanas no podrán evitar darse cuenta de que algo anda mal.
