El humo de segunda mano podría incrementar los trastornos de conducta infantil

Tabaquismo hiperactividad
Según lo anunció un grupo de investigadores británicos en el diario Archivos de Medicina Pediátrica y Adolescente: respirar el humo del tabaco de segunda mano puede tener consecuencias para la salud mental de un niño, además del riesgo de problemas físicos.

Los autores dicen haber encontrado una asociación entre el humo de segunda mano y una mayor incidencia de problemas psicológicos en los niños. El presente estudio se suma a un gran número de evidencias publicadas en los últimos años, que deberían ayudar a que los padres o tutores hagan todo lo posible para asegurar que los niños no estén expuestos al humo de tabaco en el ambiente.

Las personas no fumadoras están expuestas al humo de segunda mano cuando lo inhalan involuntaria o pasivamente. Los niños que están inhalando regularmente este tipo de humo en el ambiente, tienen un mayor riesgo de desarrollar hiperactividad, trastornos de conducta y algunos otros problemas de salud mental.

Los científicos en la Universidad de Londres, reunieron datos sobre la salud física y mental de novecientos niños de cuatro a ocho años. Posteriormente se sometieron a una prueba de saliva en busca de algún subproducto del humo de tabaco, con el fin de medir sus niveles de exposición al humo de segunda mano. Mientras que a los pequeños se les pidió un informe donde señalaran la frecuencia con la que habían sido expuestos al humo de tabaco en el ambiente, a sus padres se les realizó un cuestionario para determinar los problemas emocionales, sociales o de comportamiento que los niños pudieran tener.

Los investigadores encontraron una estrecha relación entre la presencia y severidad de los problemas de salud mental, con la exposición y regularidad de los niños al humo de segunda mano. Los problemas que más se reportaron fueron la hiperactividad y los trastornos de conducta. Los especialistas aún no saben cuál es la relación entre el humo de segunda mano y los problemas mentales, pero suponen que podría deberse a algunos factores genéticos o a los productos químicos presentes en el humo del tabaco, que de alguna forma influyen en las sustancias químicas del cerebro, como la dopamina.

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