Tradicionalmente, las alergias suelen asociarse con la primavera o el verano, cuando los niveles de polen son más altos y saturan el aire; provocando estornudos e irritación en los ojos. Sin embargo, el invierno trae sus propios alergenos, con los ácaros del polvo y esporas de moho que dificultan la vida de quienes los padecen.
Las reacciones alérgicas se producen cuando el sistema inmune responde a la presencia de una sustancia extraña. Cuando sospecha de una invasión, el sistema inmunológico produce proteínas llamadas anticuerpos. Sin embargo, el sistema inmunológico puede equivocarse en ocasiones y percibir sustancias perjudiciales cuando no lo son, produciendo en algunos casos un exceso de secreción nasal, en un intento por eliminar al invasor.
Por desgracia, las cifras no son nada despreciables, según el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, las alergias son la sexta causa principal de enfermedades crónicas tan sólo en los Estados Unidos, esto eleva los costos de atención por más de dieciocho mil millones de dólares cada año.
La organización también señala que las enfermedades alérgicas afectan a unas cincuenta millones de personas al año, y que cerca de la mitad de todos los estadounidenses dan positivo por lo menos en uno de los diez alergenos más comunes. Algunos de ellos se mencionan a continuación:
– Césped
– Lolium
– Moho
– Roble blanco
– La caspa de las mascotas
– Cacahuetes
– Los ácaros del polvo
– Cucarachas
