Este año, el mundo ha visto el mayor brote de Ébola en la historia. Hasta ahora, el virus ha infectado a ocho mil novecientas diecisiete personas y mató a cuatro mil cuatrocientas cuarenta y siete. La mayoría de estos casos han sido en África Occidental. Pero a finales del mes pasado, el primer caso de Ébola se diagnosticó en los Estados Unidos. Con dos casos diagnosticados, ya hay un pánico generalizado en todo el país.
Los síntomas del Ébola incluyen fiebre (mayor que treinta y ocho grados centígrados), dolor de cabeza intenso, dolores musculares, diarrea, vómitos, debilidad, dolor de estómago y sangrado o hematomas inexplicables. Los síntomas pueden aparecer de dos a veintiún días después de la infección, pero aparecen más comúnmente después de ocho a diez días.
Hasta donde se sabe, el ébola no es un virus que se propague de forma aérea, por lo que no se puede transmitir a través de la tos y los estornudos; se transmite a través del contacto directo con la sangre o fluidos corporales (tales como la orina, la saliva, el sudor y las heces) de un individuo infectado, animales infectados o a través de objetos que han sido contaminados, tales como jeringas y agujas.
Actualmente no existe una vacuna o medicamento que pueda tratar el ébola, aunque los científicos de todo el mundo están trabajando duro para hacer frente a esto. Sin embargo, los síntomas del virus son gestionados al proporcionar líquidos por vía intravenosa, el equilibrio de electrolitos (sales del cuerpo), la regulación de la presión sanguínea y de oxígeno, y el tratamiento de otras infecciones si se producen junto con el virus ébola.
