Es difícil imaginar una celebración de Navidad sin pavo u otros platillos típicos de la época. Aunque las vacaciones decembrinas son la temporada ideal para el consumo de pavo, éste también es consumido durante el año en otras presentaciones, como jamón, salchichas, carne molida y otros embutidos en general. Con dos punto cinco millones de toneladas por año, los Estados Unidos de Norteamérica son el mayor productor mundial de carne de pavo, en comparación con el uno punto setenta y cinco millones de toneladas producidas por todos los países de la Unión Europea combinados.
De acuerdo con Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, tres onzas (alrededor de ochenta y cinco gramos) de pechuga de pavo asada, contienen ciento veinticinco calorías, dos gramos de grasa, cero gramos de carbohidratos, cero gramos de azúcar, cero gramos de fibra y veintiséis gramos de proteína.
Ahora bien, el pavo contiene vitaminas B-6 y B-12, niacina, colina, selenio y zinc. La carne oscura de pavo tiende a contener más vitaminas y minerales, pero también tiene más grasa y calorías.
Quizá las personas han escuchado hablar del aminoácido triptófano. Se dice que este compuesto es el causante de la somnolencia después de una gran cena de Navidad. Si bien es cierto que el pavo contiene triptófano, no en una cantidad suficientemente alta como para inducir el sueño. De hecho, todas las carnes contienen triptófano. Comer pavo en Navidad o en alguna otra festividad no debe causar más sueño que el comer una chuleta de cerdo en una tarde de martes ordinaria.
