El zinc es un mineral importante que el cuerpo necesita para realizar un sinnúmero de reacciones y funciones en el cuerpo; incluyendo el crecimiento, la función inmune, la síntesis de ADN, la división celular y el metabolismo celular. Las mayores concentraciones de zinc en el cuerpo se encuentran en el hígado, el páncreas, los riñones, los huesos, los músculos y los ojos.
La Organización Mundial de la Salud, identificó a la deficiencia de zinc como uno de los factores principales que hacen a los habitantes de países subdesarrollados más propensos a contraer enfermedades.
Para no sufrir un déficit de zinc, los expertos recomiendan una ingesta diaria de ocho miligramos por día, en el caso de la mujeres adultas y once miligramos en el caso de hombres adultos. La ingesta recomendada para niños de entre uno y ocho años es de tres a cinco miligramos miligramos, y debe aumentarse a medida que el niño crece. Sumado a esto, se recomienda que las mujeres en etapa de lactancia o de embarazo ingieran de once a trece miligramos de zinc diariamente.
Además de un retraso en el crecimiento, la deficiencia de zinc puede causar retraso en la cicatrización de heridas, disminución de la percepción del gusto, lesiones en la piel, ceguera nocturna y pérdida de cabello. La deficiencia de zinc también se ha relacionado con defectos de plasticidad neuronal.
En la actualidad podemos encontrar suplementos de zinc disponibles, pero la recomendación para éste y otros minerales, es obtenerlos de manera natural a través de los alimentos que consumimos diariamente.
