En un nuevo artículo publicado por miembros del Colegio de Ciencias de la Salud, en la Universidad de Delaware, se proporciona evidencia de que, a pesar de no registrarse un aumento en la presión arterial, el consumo excesivo de sodio en la dieta puede afectar negativamente a los órganos, incluyendo los vasos sanguíneos, el corazón, los riñones y el cerebro.
Los posibles efectos en las arterias incluyen una disminución en la función del endotelio, que es el revestimiento interno de los vasos sanguíneos. Las células endoteliales regulan un número de procesos, que incluyen la coagulación, la adhesión plaquetaria y la función inmune. Sin mencionar que un alto nivel de sodio en la dieta también puede aumentar la rigidez arterial.
De la misma forma, un alto contenido de sodio en la dieta también puede conducir a la hipertrofia ventricular izquierda, o la ampliación del tejido muscular que forma la pared de la cámara de bombeo principal del corazón. A medida que las paredes de la cámara se hacen más gruesas, se vuelven menos conformes y finalmente son incapaces de bombear con tanta fuerza como un corazón sano.
En cuanto a los riñones, la evidencia sugiere que una alta ingesta de sodio se asocia con una disminución en la función renal, una disminución observada con sólo un aumento mínimo de la presión arterial. Por último, el sodio también puede afectar al sistema nervioso simpático, que activa la respuesta de lucha o huida. Esta evidencia ha dado lugar a la recomendación de la Asociación Americana del Corazón para que consumamos menos de mil quinientos miligramos de sodio al día.
Quitar el el salero de la mesa es una buena manera de empezar, pero probablemente no sea suficiente. Aproximadamente el setenta por ciento del sodio en nuestra dieta proviene de alimentos procesados, incluyendo artículos que no suelen considerarse como salados: Los panes y los cereales. Además, la comida preparada en los restaurantes suele contener más sal que los platos preparados en casa, así que evitar comer fuera de casa ayudará a reducir el consumo de sal, especialmente si se usan hierbas y especias en lugar de sal, para dar sabor a las comidas.
Sin embargo, los autores reconocen que reducir el consumo de sal no será fácil, ya que de acuerdo con nuestras dietas actuales, esto no va a suceder en una noche.
