Después de dar a luz, muchas mujeres optan por consumir sus placentas para múltiples beneficios. Sin embargo un nuevo estudio, realizado por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Northwestern, no ha podido descubrir ninguna evidencia científica que respalde los supuestos beneficios, o que el hacerlo no conlleva ningún riesgo.
Para la investigación, se realizó una revisión de diez estudios previos. Cuatro de ellos fueron estudios en humanos y seis estudios con animales. Algunos defensores de la salud afirman que la placentofagia (el consumo de placenta) puede ayudar a prevenir la depresión postparto, aliviar el dolor, ayudar en la lactancia, mejorar la unión materna y proporcionar otros beneficios para la salud debido a las hormonas saludables y nutrientes.
Vale la pena mencionar que los primeros informes de placentofagia aparecieron hasta la década de 1970 en América del Norte.
Ya que sólo un pequeño número de estudios en humanos fueron identificados por los investigadores como adecuados para su análisis, los riesgos potenciales para la madre y el bebé son actualmente desconocidos y los resultados no fueron concluyentes.
Sin embargo, no existe un reglamento en cuanto a cómo se almacena o se debe prepararse la placenta y la dosificación es inconsistente. Las mujeres realmente no saben lo que están ingiriendo. Aunque en la revisión sólo se evaluaron un pequeño número de estudios, las conclusiones que se extraen son ciertamente motivo de reflexión. Se requiere más investigación y los investigadores ahora están recogiendo más datos para poder contar con un veredicto útil.
