El lupus es una enfermedad autoinmune crónica, en la que el sistema inmune produce autoanticuerpos que atacan las células y tejidos sanos, incluyendo los de la piel, las articulaciones, el corazón, el pulmón, los riñones y el cerebro.
Aunque la causa exacta del lupus no está clara, esta enfermedad puede ser desencadenada por factores ambientales, como la exposición a la luz solar, el estrés y el tabaquismo. El embarazo también es un disparador común para la condición entre las mujeres.
Desde que el lupus es más común entre las mujeres durante los años fértiles, los investigadores especulan que la hormona femenina, estrógeno, puede desempeñar un papel en el desarrollo de la enfermedad. Además, se sospecha que el desarrollo del lupus, puede estar influenciado por ciertos genes, aunque los investigadores creen que es poco probable que los genes desencadenen la enfermedad por sí solos. Más bien, se trata de una combinación de factores.
Hay muchas formas diferentes de lupus: el lupus eritematoso sistémico (LES) es el más común, y representa alrededor del setenta por ciento de todos los casos. En el LES, cualquier parte del cuerpo puede verse afectada, aunque alrededor del ochenta por ciento de los casos ocurre en la piel. Los síntomas del LEs incluyen dolor de pecho, falta de aliento, dolor muscular, fatiga, fiebre, pérdida de cabello, llagas en la boca, sensibilidad a la luz, anemia y erupciones en la piel.
Otras formas de lupus incluyen el lupus eritematoso cutáneo, que se limita a la piel. Puede ser desencadenado por ciertos medicamentos recetados, incluyendo la hidralazina y la procainamida. Los síntomas de este tipo de lupus son muy similares a los del LES, aunque los órganos principales raramente son afectados.
Las complicaciones del lupus dependen de qué parte del cuerpo se ve afectada. Por ejemplo, las personas con inflamación en el cerebro pueden experimentar dolores de cabeza, problemas de memoria y confusión. También están en mayor riesgo de tener un accidente cerebrovascular.
